mirra

Un paseo por la historia de la mirra

Su nombre, mirra, proviene del árabe ‘murr’, que quiere decir amargo. Pero su significado tiene una doble interpretación: por un lado tiene que ver con su sabor agrio y por otro, se refiere a la asociación de la mirra con el dolor, porque aunque se usaba en todo tipo de ceremonias, se utilizaba sobre todo en las funerarias.

La mirra es una gomorresina aromática extraída de diversos árboles del noreste de África, Arabia y Turquía. Se trata de un árbol, de la familia de las burseráceas, con un tronco exageradamente grueso, que al hacerle unas incisiones éste exuda unas gotas que contienen entre un 25% y un 45% de resina, entre 3% y 8% de aceite esencial y entre 40% y 60% de goma.
En la antigüedad se le dieron muchísimos usos a la mirra. Entre ellos destaca la fabricación de perfumes, ungüentos y medicinas. Esto era así porque se creía que curaba casi todo, desde simples rozaduras hasta la calvicie. También se utilizaba para tratar heridas, problemas gástricos, diarrea o disentería; incluso como enjuague bucal, para bajar la fiebre y para provocar la menstruación.

Debido a su uso en los preparativos mortuorios, la mirra se asociaba con la muerte en las culturas antiguas. Entre los romanos era habitual ofrecer a los condenados a muerte vino mezclado con mirra, ya que se le atribuía cierto efecto narcótico; de esta manera los adormecían en su camino hacia la muerte.

Los egipcios la usaban en los embalsamamientos: llenaban los cuerpos vacíos con mirra en polvo. Esto tapaba el olor de la carne en descomposición y ayudaba a conservar el cadáver. Además, se creía que preparaba a la persona para la vida en el más allá a través de la purificación del cuerpo.

Los judíos, fabricaban ungüentos con mirra y aloe vera y untaban los cadáveres, antes de ser envueltos en lienzos blancos, para la conservación de los cuerpos en los ritos funerarios.

En Asiria, posiblemente con la idea de limpiar y desinfectar el espacio, se quemaba mirra en la cabecera de los moribundos.

Pero los usos de la mirra también tuvieron su faceta terrenal. Se la asociaba con la riqueza y con estilos de vida lujosos. Era símbolo de clases adineradas y su precio sólo al alcance de los bolsillos más pudientes. Tan sólo una sola gota de mirra convertía a un perfume ordinario en exquisita y codiciada fragancia. Se decía que en la sociedad egipcia tres mil años a. C., para los nuevos ricos la mirra era el símbolo de su estatus.
La mirra estuvo muy ligada por otro lado a los preparativos amorosos, al placer y a la seducción. Era el perfume con que se aromatizaban las sábanas cuando se preparaban para hacer el amor. Las mujeres llevaban una pequeña bolsa con mirra bajo sus vestidos o entre sus senos. Con mirra se perfumaba a las bellas jóvenes que eran elegidas para formar parte del harén. Y con mirra se untaban a las futuras esposas, durante seis meses, antes de ser presentadas al rey.

Así pues, la mirra ha estado presente a lo lago de la historia en diferentes usos y tradiciones hasta hoy en día.